El pasado fin de semana, los días 15 y 16 de marzo, la Cooperativa Integral Catalana fue invitada a hacer una presentación en las jornadas Soda Caustica, organizadas por la libreria Gato Vadio de Oporto (Portugal),junto con el espacio Compasso y un grupo de activistas lusitanos. Xavier Borràs, de la Comisión de Comunicación de la CIC habló el domingo por la tarde de su experiencia en la Copoperativa y lo que ha hecho, frente a un público muy numeroso que se mostró muy receptivo y con ganas de iniciar algún proyecto similar.
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Estas jornadas se iniciaron el miércoles precisamente con una presentación sobre la lucha de Enric Duran, a cargo de Julio Vadio y Evelyn Musson, bajo el título «De la desobediencia creadora a la liberdad incondicional», con el pase de dos videos informativos. También fue muy celebrada la presencia de otro activista catalán durante las jornadas, Santiago López Petit, que dió una conferencia sobre sus Pressentiments, unos folios de gran fuerza evocadora y ciertamente provocadora de las realidades que nos toca vivir como seres humanos. Cabe destacar también la intervención del los compañeros de la Red de semillas gallegas (con el encuentro anual en Redondela) o del nuevo proyecto Ecosol, de intercambio y moneda social, que se quiere abrir en esta parte de la penísula ibérica; ademas de las performances políticas de Joëlle Ghazarina y Nuno Pinto.
López Petit: «El vientre de la bestia hoy son unas galerías comerciales»
López Petit (Barcelona, 1950), químico de formación y pensador por vocación, abordó, desde su experiencia del colectivo espaisenblanc.net, lo que el llama «el pensamiento apasionado», que aborda ahora desde los textos de agitación de El Pressentiment. Este pensador catalán y el colectivo que lo acompaña son del parecer que el espacio que nos queda es el del combate del pensamiento, porque lo que hoy en día se amenaza es, precísamente, la posibilidad libre de pensar. Para él, «vivimos dentro del vientre de la bestia, habitamos el corazón de lo insoluble y el vientre de la bestia hoy son unas galerias comerciales»
Es, en cierta manera, como si sufrieramos una crisis de palabras, porque no tenemos ninguna para decir lo que pasa. No lo conseguimos oponiendonos con más sentido o con más no sentido, «no se puede ser más nihilista que el capital». «Solo la verdad —agrega López Petit— nos puede sustraer, y la verdad es que este mundo es una mierda.»
Para el autor, entre otras, de La movilización global. Breve tratado para atacar la realidad, otro punto clave es el del estatuto de vida. «Vivir hoy –piensa— es gestionar una vida que nos cae encima. Nuestro hoy es “yo soy una marca comercial”. Y el hombre hoy es una marca comercial que lucha contra otra marca comercial por dinero. Vivir es como estar en deuda», recalcó, después de añadir varios ejemplos a partir de los textos de la publicación El Presentimiento, como el titulado «Nuestra violencia es existir».
Rui Pereira: «El discurso sobre la “crisis” hace existir la crisis»
No menos seguida y aplaudida fue la documentada intervención del sábado de Rui Pereira sobre los medios y la crisis, especialista portugues de este ámbito, que habló sobre la discursividad en torno al concepto de «crisis» como hecho discursivo total, productor de sentido y de vida. Para él, la crisis gana existencia mientras es nombrada.
Aunque de hecho hay una “crisis”, la crisis del paradigma del capitalismo industrial- financiero, a partir de las lecturas paradigmáticas (Chomsky, Polanyi, Wallerstein, Amin, Arrighi, Neves…) o subparadigmáticas (Castells) se puede concluir que «la crisis es un artficio para aumentar el poder de los grupos financieros », provocada por los ricos, y que pagan los pobres.
De hecho, a medida que la “crisis” se tematiza (finanzas, economía, déficit…) se dan esperanzas de que se volverá a un equilibrio económico que permitirá a los ciudadanos libres volver a vivir en la abundancia. Analizando el caso del tratamiento de los medios de comunicación (más de 500 horas hablando de crisis sólo los noticieros de televisión, sin contar debates, reportajes o documentales) se define una realidad a partir de un argumentario simple donde el discurso de la crisis la hace existir y limita la discursividad sobre su identidad, con lo que el objetivo no es objeto de disputa. Se argumenta la inevitabilidad de una política «sometida a los imperativos de la necesidad económica» que necesita grandes sacrificios que cuanto más grandes son, más consenso reclaman (patriotismo, unidad… ).
Todo ello, para Pereira, reconfigura el sentido y la realidad cotidiana precedente, es como una opa sobre el imaginario colectivo, con un gran control sobre los significados, en el que las palabras ya no tienen nada que ver con los cosas. La impotencia de la ciudadanía se convierte en la legitimación del poder, en el orden natural de las cosas, y de las simétricamente contestatarias. Se impone, pues, la impunidad desde una discursividad alienada y alienante.
La enunciación política de estos discursos es, sin embargo, incomprensiblemente contradictoria, y del apocalipsis a la recuperación en un plazo de tiempo inaudito. La comunicación es monopolizada desde la jerga de la macroeconomía y de un megaconocimiento al que nos hemos de subyugar: los números no mienten .
Y los medios de comunicación corroboran el discurso del poder desde lo que Pereira llama un «consenso supapartidario» con conceptos que permiten procesar la irritabilidad social como: interés común, libertad, democracia, estabilidad financiera, patriotismo, ley y orden … , «y con debates falsamente verdaderos o verdaderamente falsos» . Desde estos mismos medios se promueve que hacen falta políticas dolorosas pero salvadoras, que los sacrificios son inevitables, y que los salvadores externos son necesarios (secuestradores externos que «nos obligan a hacer estas políticas»), toda una administración burocrática del lenguaje, de la que ya nos advertía Marcuse .
Los eufemismos, las metonímicas y las metáforas están a la orden del día, como ahora la famosa frase «Vivir por encima de nuestras posibilidades» que lanza una permantente administración de la culpa, como decía Roland Barthes.
Buena acogida de la Cooperativa Integral
Borràs, por su parte, intervino el domingo por la tarde, desde el espacio Compasso (un proyecto de permacultura urbana en el centro de Oporto), hizo una referencia histórica al nacimiento de la CIC para plantear, después, su funcionamiento y organización, incidiendo especialmente, a demanda del público, sobre los aspectos legales, la moneda social y las bases de la revolución integral.
De hecho, la experiencia contada de la CIC se prolongó más tarde durante la presentación y el debate del proyecto portugués Ecosol, de trueque y moneda social, e incluso la noche del sábado y el mismo domingo con multitud de preguntas y pequeños debates en grupos de interés.
Contrariamente a lo que los mismos portugueses piensan, es decir, que son pesimistas por naturaleza y que ante un objetivo, cuando ya lo tienen medido, suelen discutir sobre el sexo de los ángeles hasta el agotamiento (un talante que debe estar, ciertamente, relacionado con el popular fado), la impresión personal que sacamos es que hay mucha gente haciendo muchas cosas de interés y que lo único que hace falta es que traten de coordinarlas, poner manos a la obra y moverse en la misma línea que se promueve desde las bases de la revolución integral, con lo que toda Iberia se beneficiaría y mucho.
En definitiva, unas magníficas jornadas en la bella ciudad de Oporto que, más allá de la actividad política, también han servido para hacer buenos contactos y enlaces para el futuro.
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