Colectivización / Noticias CIC

Xavier Diez: «Los catalanes no sabemos relacionarnos con el poder, no lo respetamos»

Xavier Diez, historiador, profesor de la Universidad Ramon Llull y autor, entre otros, de L’anarquisme, fet diferencial català, ha iniciado su conferencia –dentro del ciclo del Fem-lo Comú de AureaSocial dedicado a la Memoria Histórica– con una anécdota que le contaba su tía, la cual explicaba que durante la Guerra Civil (1936-1939) en los teatros de Barcelona y alrededores se llegó a un punto en que los acomodadores cobraban lo mismo que los actores, hasta que el gran actor Enric Borràs dijo que si tenían que cobrar lo mismo que hicieran ellos de actor. Esto a Diez le pareció una leyenda urbana.

Después de acabar Magisterio y trabajar de maestro se encontró estudiando Historia, en la especialidad de contemporánea, pero no encontraba ninguna referencia sobre «estos anarquistas», cuando sólo hay que saber que en los años treinta del siglo pasado había 700.000 afiliados a la CNT.

[Fotos de Carolina Zerpa.]

Por el contrario, en la Universidad no se hacía ninguna referencia a ellos, como mucho, según las lecturas recomendadas de Hobsbawm, se trataba de «rebeldes primitivos» o de «gente mala y violenta», incontrolados. Esto a Diez no le cuadraba. Indagando, realizó la tesis doctoral sobre anarquismo, durante los años noventa había muy pocos estudios. Mientras escribía su primer libro, que fue sobre el discurso sexual en el anarquismo, descubrió que la primera ley sobre aborto libre que se promulgó en Europa se había redactado en Cataluña. No solo por Federica Montseny, sino también por el joven médico Félix Martí Ibáñez. Un buen día Francisco Fuguet le pidió un artículo sobre la colectivización del teatro y descubrió que lo que le había contado su tía era un hecho real.

La CNT, que tenía el Sindicato Único de Espectáculos Públicos (formado por gente muy joven, la mayoría técnicos) tomó el control de los teatros con la obsesión de acabar con la precariedad y el paro de los actores y adoptaron varias medidas: primero, la eliminación del beneficio empresarial, con lo que el propietario es tratado como cualquier otro trabajador; desaparecen los jefes. Lo peor de la revolución de 1936 para quienes la ocultaron es que era posible montar una sociedad sin jefes, sin dirigentes.

Hacen otra cosa que siguió funcionando después de la guerra: la doble sesión, a las 18:00 y a las 20:00, para recaudar más dinero y para que los trabajadores de las fábricas también pudieran disfrutar del teatro, atendiendo sus horarios laborales. También utilizaron una programación con criterios de taquilla, rehuyendo de las experimentaciones; además, a los autores les pagaban el 10% de la recaudación; la especialización de los teatros también se promovió: unos para el drama, otros para la comedia, los musicales… ; se creó un sistema de pensiones; se pensó en una escuela de teatro, etc.

Se rebajaron las entradas a mitad de precio y estos se unificaron, no había diferencia entre platea o gallinero; igual se hizo en los trenes, sin clases. En la Barcelona de los años treinta esto horrorizó las clases medias y muchos de ellos, tenderos de los pequeños y mediados comercios, se hacían comunistas, del PSUC. Decían: «haremos una revolución, pero haremos una revolución ordenada».

Xavier Diez, en relación a la tesis polémica de su libro L’anarquisme, fet diferencial català, apunta que ha querido provocar. Para él, los catalanes si fuéramos perros seríamos «petenera”, sin raza ni pedigrí. El 40% de la población catalana, por ejemplo, es de origen occitano y sólo el 10% tiene ambos apellidos catalanes. Por eso, cuando estudiaba Historia, insatisfecho por la formación académica que recibía, se esforzó en descubrir más cosas. A los 20 años leyó Noticia de Cataluña (1954, reelaborada en 1956), donde el historiador Jaume Vicens Vives habla de los valores inherentes al pueblo catalán: el seny, el esfuerzo, el trabajo, la falta de relación con el poder. Diez volvió a leer el libro años más tarde y descubre que buena parte de lo que explica sobre los catalanes es falso. «Si miras las fuentes históricas ya comienzas a saber que los catalanes son gente muy violenta, que a la mínima te sacan la daga o el pedernal, que a cualquier noble lo tratan de tú a tú…» Pero eso ya se escribía en el siglo XVII. Sin embargo, esto del juicio, la disciplina y el orden ha colado. El tópico de que somos aburridos, por ejemplo, o que siempre miramos por la cáscara, se ha extendido con normalidad.

Vicens Vives formaba parte de un grupo que conspira dentro del franquismo para dar un giro que llevara a España a una normalización del capitalismo. Precisamente, con los valores del Opus Dei. Pero, Vicens era una hombre profundamente inteligente y en el libro (que no es un libro de historia sino un proyecto político), habla de los factores negativos de los catalanes, como la afición a las revoluciones. Comienza con las remensas, una revuelta campesina que, por primera vez en Europa, triunfa: se organizan autogestionariamente de manera ejemplar, hacen alianzas diplomáticas con los condes, hasta llegar a la revuelta de 1640, cuando los catalanes ven que la monarquía de Felipe IV no les interesa en absoluto y montan una República, y como no les sale bien nombran a Luis XIII. Sin embargo, las tropas castellanas entran a sangre y fuego desde el sur…

Vicens Vives vive la Guerra Civil. Cuando tiene 26 años, vive y experimenta la revolución en Barcelona y se horroriza porque ve que su clase social (clase media alta) es prescindible, que el mundo puede funcionar sin estas clases y sin ellos. Por eso elabora este discurso sobre Cataluña, la del juicio, la del orden, la disciplina, etc.

Sin embargo, Vicens Vives trata de indagar el porqué de esta tendencia al enfrentamiento. Y le pide que lo haga a un alumno suyo, Casimir Martí (religioso y antiguo rector en Bellvitge), que aún se vive, y le dirige la tesis sobre el anarquismo en Barcelona. Martín defiende que el anarquismo surge, primero, por la incompetencia de las clases dirigentes catalanas. Pero también hay otros factores. Por ejemplo, el historiador y arqueólogo Pedro Bosch Gimpera defendía que tradicionalmente en el Mediterráneo había más presencia de íberos, con sociedades más igualitarias, pueblos confederados, mientras que por el contrario, en el interior de la península, habitaban los celtíberos, con sociedades más autoritarias y conquistadoras.

Cataluña ha sido sometida a grandes presiones por el imperio español y por el imperio francés, por lo que la desconfianza y la inquietud forman parte del carácter de los catalanes. Existe el paradigma del «caganer»: un individuo que caga al lado de Dios. Evidentemente, los catalanes no sabemos relacionarnos con el poder, no lo respetamos. Tenemos, pues, una cierta querencia a asumir determinados comportamientos: se pueden hacer las cosas al margen de las instituciones. Como decía Carlos Muñoz Espinalt, «la causa de la incomodidad y el despecho de los catalanes hay que buscarla en la falta de normalidad producida por la opresión» (en el artículo «Ciencia y lirismo», reproducido por el editor Enric Borràs en un artículo en su blog sobre, precisamente, Jaume Vicens Vives).

Diez ha finalizado el acto con otra anécdota. Ha confesado que se dedicó a investigar sobre anarquismo por lo poco que se sabía y por la mala fama que tenía. En el Ateneo Enciclopédico Popular vio que por cada uno de los alumnos y estudiosos que se movían allí, cuatro eran extranjeros. De hecho, el tema de la Revolución ha sido negado, borrado de la Historia, porque el país está controlado por bastantes Vicens Vives a quienes les horroriza que la sociedad pueda funcionar sin dirigentes. Y si no hay jefes, evidentemente, nos podríamos repartir los recursos de mejor manera.

Durante el debate, Xavier Diez ha dicho que el anarquismo no existe, sino muchos y variados proyectos, «no lo podemos entender como un recinto cerrado».

En cuanto a la aspiración popular por la independencia, el autor recordó que mucho anarquismo bebe de Pi i Margall, que habla de federalismo: de ciudadanos que se organizan y se autogestionan localmente, de manera que se pueden federar libremente con quien quieran. Es decir, primero es la soberanía como ciudadanos libres. Y si hay que elegir entre un Estado catalán y uno español, él escoge un Estado libertario catalán, entendiendo, sin embargo, que las instituciones son útiles siempre que puedan beneficiar a las personas.

De la época de la revolución ha recomendado, por su interés histórico, una serie de películas como Aurora de esperanza, Nosotros somos así o el documental Barcelona trabaja para el frente. En cualquier caso, una búsqueda en internet de «cine anarquista» nos aportará valiosa documentación.

Tags:

One Comment

  1. Qué diferencia que hay entre este articulo y el publicado por La Directa! Saludos

    (Artículo publicado en la edición 316 del Semanario Directa de 8 de mayo de 2013.)

    De los cátaros al 15-M, ¿existe un gen libertario en el ADN catalán?

    Una corriente telúrica, diría yo. Es subterráneo y ha sufrido, desde siempre, una ocultación, pero es una constante en la historia del país. El libro es una respuesta a Noticia de Catalunya de Vicens Vives: lo que él (desde el punto de vista de las élites) considera un defecto, la difícil relación que tienen los catalanes con el poder, yo lo considero una virtud. La pasión catalana por la libertad, la igualdad y la solidaridad son espacios que hay que combatir, por las élites catalanas y del Estado español.

    ¿Esto no esconde un cierto determinismo etnicista?

    Yo no hablaría en absoluto de etnicismo porque somos una tierra de paso y una suma de gente de lugares diversos. Más que determinista, yo diría circunstancial. Siempre hemos sido sometidos a la presión de grandes estados con ansias totalizadoras-como son Francia y España-y la lucha por la supervivencia de la nación trabaja por la libertad y por la igualdad, valores que nos definen como señas de identidad. Los Países Catalanes han sufrido situaciones históricas muy duras y la respuesta del país ha sido (lo dice el mismo Vicens Vives) de once revoluciones en cinco siglos, todo un récord mundial.

    ¿Esta es una de las aportaciones más importantes de la cultura catalana en el mundo?

    Cuando hacía la tesis doctoral, me sorprendía la gran cantidad de estudiantes extranjeros que rastreaban la revolución en el Ateneo Enciclopédico Popular, el archivo más importante del anarquismo europeo tras el de Amsterdam. Esto no coincidía con lo que nos contaban en la Autónoma, donde los anarquistas no existían, o eran unos violentos irracionales. La historia del anarquismo catalán es una historia silenciada conscientemente, tanto desde los sectores más conservadores como desde los marxistas. Constatar la importancia de esta revolución ha significado una gran eclosión en el mundo académico durante los últimos quince años.

    Normalmente, se asocia el independentismo con la creación de un Estado propio . ¿Cómo se concilia esto con las ideas anarquistas?

    El catalanismo, quieras o no, es la defensa de la nación y, la nación, se la disputan muchos grupos sociales. Las élites catalanas han descubierto, en las circunstancias actuales, que España les viene pequeña y tratan de apropiarse de la nación y, por tanto, de despojar a otros grupos sociales. Todo nacionalismo, a la vez que defiende la nación, es un proyecto político y la gente no debe renunciar por mucho que sean ricos o pobres. Con mi libro también quiero decir que el país es de todos y no es de nadie.

    Por otra parte, hoy, el término federalismo está adulterado y conviene rescatar la concepción que tenía Pi y Margall, es decir, la construcción del cuerpo político a través del municipio libre. El poder se distribuye de abajo a arriba, desde el vecindario y las asambleas. Se va construyendo un tejido social y político con base en el municipio, que es libre de federarse con municipios vecinos dentro de ámbitos nacionales. Un primer republicanismo ya lo hacía y es algo similar a lo que hacen actualmente las CUP. Así pues, no se trata tanto de incidir por un Estado propio sino de dotarse de un entramado institucional para gestionarse públicamente.

    También se ha adulterado bastante la tríada revolucionaria libertad , igualdad , fraternidad , tradicionalmente reservada al republicanismo.

    Anarquismo y republicanismo se gestaron a la vez y, por lo tanto, comparten espacios y militancias. Los primeros republicanos solían ser anarquistas y viceversa. Ahora bien, hay una diferencia sociológica entre los diversos republicanos (muchos de los cuales son pequeños empresarios) y unos trabajadores más proletarizados, que empiezan a tener conflictos por intereses divergentes. Al principio, muchos coinciden, pero llega un punto en que los republicanos consideran que la libertad prevalece sobre la igualdad y los anarquistas creen que no es posible la libertad sin una igualdad económica. Esto les acaba llevando a conflictos como los de los años 30 o, incluso, como en la actualidad, entre la izquierda institucional y la izquierda alternativa.

    ¿Cuál debería ser el papel del anarquismo implícito en el actual proceso de independencia de Cataluña?

    Las élites catalanas quisieran tener un Estado mínimo. La sociedad catalana, en cambio, no debe perder su cultura asamblearia, debe continuar ejerciendo el protagonismo a la hora de construir lo que sea, lo que unos llaman Estado y otros decimos entramado institucional para la nación. Yo considero que debemos aplicar esta corriente telúrico catalán del anarquismo implícito, de pasión por la libertad y tendencia a la igualdad, para asegurar un país hecho desde abajo.