Sistema económico

De donde venimos

En la actualidad, el euro—como cualquier otra moneda “oficial”—resulta en la actualidad prácticamente imprescindible para satisfacer nuestras necesidades; pero el sistema monetario convencional está lejos de ser justo. Para empezar, el hecho de que poseer dinero nos haga obtener ganancias mayores, ha tenido como consecuencia una progresiva acumulación de capital en cada vez menos manos. Esto sucede por una norma tan naturalizada y perversa como es la tasa de interés; se estima que sobre el gasto medio de un hogar entre el 30 y el 50% corresponde al pago de intereses.

Además, el dinero convencional presenta muchos más problemas:  

  • tan sólo el 5% lo crean las administraciones públicas a través de los bancos centrales, que tienen que fingir el interés general como motivación; el 95% restante lo hace la banca comercial por puro afán de lucro, sin tener en cuenta quien salga por ello perjudicado;
  • solamente entre el 5 y el 10% del dinero creado mediante el crédito por los bancos es respaldado con depósitos, por tanto, más del 90% del dinero es ficticio, es deuda que la economía real debe saldar;  por ello necesita crecer indefinidamente en un planeta de recursos limitados;
  • la economía real representa tan sólo un 2% del flujo económico y el 98% restante es especulativo, se mueve libremente de aquí a allá, de una bolsa de valores a un fondo de inversión, del mercado energético al de la alimentación; siempre en función de la rentabilidad prevista, convirtiendo el mundo en un enorme casino en el que sólo unas pocas personas son las beneficiadas.

Una alta gama de intermediarios con sus procedimientos basados en la usura se interponen entre las personas y la satisfacción de nuestras necesidades. Dependemos de ellos por ley: banca comercial que especula con nuestras vidas; gobiernos que no responden al interés común; grandes empresas que recortan derechos y recursos a sus empleados…, todo ello impulsado por la creación de necesidades artificiales dictadas por el  mercado y cuya consecuencia directa es la perdida de relaciones de calidad entre las personas y la esclavitud respecto el dinero.

Hacia donde vamos

El modo de salir de la espiral pasa por autoorganizarnos, eliminando obstáculos y creando alternativas.

En primer lugar establecer nuestros propios sistemas de intercambio, para servirnos de ellos y no ser sus esclavos. En esto consiste básicamente una moneda social que fomenta las relaciones humanas y económicas de proximidad a nivel local y bioregional. Genera un mercado social abierto—sólo a actividades que incorporen criterios éticos, ecológicos y sociales—que permiten que todas las personas puedan interaccionar equitativamente y sin agentes intermediarios.

Además, tenemos que ,autoocuparnos al margen del sistema, con el objectivo de no tener que contribuir no contribuir a su crecimiento y poder generar proyectos que nos permitan,por un lado, cubrir nuestras necesidades y, por el otro, que nos aporten herramientas para construir un camino y un sistema verdaderamente público.

Desobedecer es otro camino casi obligado, implica no hacer frente a las necesidades creadas desde fuera— créditos, deudas, impuestos que caen en saco ajeno—para centrar las energías en proyectos, sean estos propios o colectivos. La desobediencia no es un objetivo en si mismo, sino una consecuencia de esta relación ya transitoria, con el mercado capitalista.

Financiarnos no será deuda. Poco a poco se deben de afianzar las relaciones entre las personas para que, una vez definidas nuestras necesidades, creemos las herramientas que nos ayudaran a solventarlas, en vez de quedarnos  atados a ellas. Los bancos también los hacemos cooperativos.

La economía es una herramienta indispensable para generar redes de autosuficiencia. El cambio fundamental de sistema económico se produce cuando las relaciones basadas en la desconfianza—contratos de letra pequeña, leyes hechas por los grandes negocios—pasan a ser relaciones cuya base fundamental es la confianza entre las personas. De esta forma lograremos evolucionar de una economía basada en la creación artificial de necesidades, deudas y dependencias jerárquicas, a otra economía, la autogestionaria.

El objetivo se resume en la puesta en común de los recursos para el disfrute colectivo de personas que interaccionan funcionando bajo una reciprocidad espontánea, las relaciones de afinidad, el apoyo mutuo y altos niveles de confianza.