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«Revolución Integral», la visión de Félix García Moriyón

[Por su interés en relación con la historiografía sobre la Revolución Integral, reproducimo un fragmento del libro Del socialismo utópico al anarquismo, de Félix García Moriyón (Terramar Ediciones, 2008).]

Es fácil darse cuenta, por tanto, de la amplitud de la revolución en el pensamiento anarquista. Pocos movimientos sociales contemporáneos prestaron atención a tantos aspectos de la vida de las personas y procuraron contribuir a su modificación; desde los económicos y políticos, hasta los temas de la familia, la educación, la sexualidad, el naturismo, la divulgación científica, es decir, todo aquello en lo que podían ver un progreso1. Eso contribuye también a dar más variedad al movimiento y a que, en algún momento, se pierda el criterio de delimitación que permite diferenciar a los anarquistas de otros grupos o corrientes; o, incluso, a que personas no vinculadas con el anarquismo pero dedicadas a algún aspecto concreto de los que mencionábamos, pueda ser considerada, erróneamente, como anarquista.

La revolución debe, por tanto, ser integral; es decir, debe afectar a todas las dimensiones de la vida social e individual. No es suficiente con destruir el poder político organizando una sociedad federal y autogestionaria, aunque sea imprescindible e incluso lo más importante; tampoco es suficiente con suprimir la propiedad privada de los medios de producción y recuperar la gestión colectiva de la economía, aunque sin esa socialización no habría revolución. Las personas no cambian solamente porque cambien las estructuras sociales, aunque sin cambiar esas estructuras no será posible instaurar una sociedad fraterna. Para construir una sociedad distinta hacen falta personas distintas; son muy fuertes las tendencias egoístas y autoritarias de las personas, como para pensar que van a desaparecer rápidamente. Éstas son las duras palabras dirigidas por Jean Grave al sindicalismo no revolucionario ni integral:

Mientras no se haga otra cosa que discutir los salarios, la explotación no es peligrosa. Los obreros que aceptan el actual orden de cosas, satisfechos con las concesiones que se les otorgan, no aspiran a una sociedad mejor y las concesiones conseguidas no merman en nada los privilegios de la burguesía. Al menos éste es el interés de las clases dominantes. Una revolución cuyo objetivo, concretado en el estómago y no en el cerebro, no fuera otro que el de saquear los productos acumulados para disfrutarlos sobre el montón de aquellos que han padecido hambre, correría el peligro de no ir más allá de una borrachera, sin llegar a ser una revolución social, pues cuando los revolucionarios estuviesen hartos se dejarían engañar por los charlatanes y los ambiciosos.”2

La revolución pretende, por tanto, incidir en todos los niveles y no se reduce a problemas organizativos. Los anarquistas son conscientes de que la autogestión, como el federalismo, que ellos consideran fundamental, puede estar vacía totalmente de contenidos socialistas. Por eso hay que modificar la producción económica, las obras colectivas y las mentalidades colectivas, en una larga y paciente tarea3.

La Revolución es la creación de nuevos institutos, de nuevas agrupaciones, de nuevas relaciones sociales; la Revolución es la destrucción de privilegios y monopolios; es un nuevo espíritu de justicia, de hermandad, de libertad que debe renovar toda la vida social, elevar el nivel moral y las condiciones materiales de las masas llamándolas a tomar, por su propia labor directa y consciente, la determinación de los propios destinos. Revolución es la organización de todos los servicios públicos realizada por aquellos que trabajan en ella en su propio interés y en el del público; Revolución es la anulación de todos los lazos coactivos y la autonomía de los grupos, de los municipios y de las regiones; Revolución es la federación libre creada por el impulso de la hermandad, de los intereses individuales y colectivos, de la necesidad de producción y defensa; Revolución es la constitución de múltiples agrupaciones libres que corresponden a los ideales, los deseos, las necesidades, los gustos de todo tipo existentes entre la población; Revolución es la formación y la disolución de mil cuerpos representativos de barrios, municipios, regiones y naciones que, sin tener poder legislativo alguno, sirven para dar a conocer y armonizar los deseos y los intereses de gente cercana y lejana y que actúan mediante informaciones, consejos y ejemplos. La Revolución es la libertad probada en el crisol de tos hechos, y dura mientras dura la libertad, o sea, hasta que otros, aprovechando el cansancio que sobreviene en las masas, las inevitables desilusiones que siguen las esperanzas exacerbadas, los posibles errores y culpas de los hombres, consigan constituir un poder que, apoyado por un ejército de conscriptos y mercenarios, imponga la ley, detenga el movimiento en el punto en que se encuentra y comience la reacción.”4

Revolución integral, es decir, revolución que debe cambiar tanto el interior del hombre como las condiciones exteriores que lo oprimen, que debe proyectarse hacia un futuro distinto y abierto, pero también hacerse presente hoy, aquí y ahora, rompiendo las cadenas que nos alienan; revolución que debe afectar a toda la vida del individuo, no sólo a su vida sindical o “política”, sino también a la familiar. Tarea que, por tanto, se convierte en infinita y permanente:

es inagotable, es infinita y muy suficiente para satisfacer los espíritus y los corazones más ambiciosos. Ser instantáneo e imperceptible en medio del océano sin orillas de la transformación universal, con una eternidad ignorada tras sí y una eternidad desconocida ante él, el hombre pensante, el hombre activo, el hombre consciente de su humana misión permanece altivo y en calma en el sentimiento de su libertad que conquista por sí, iluminando, ayudando, emancipando, rebelando en caso de necesidad el mundo a su alrededor.”5

Vayamos tras el hombre nuevo, trepemos animosos por los abruptos riscos; que la fe, sin embargo, no nos ciegue hasta el punto de olvidar que no hay un término para el desenvolvimiento humano; que el ideal se aleja tanto más cuanto más a él nos aproximamos; que la cima, en fin, es inaccesible. Pero abramos de par en par las puertas de nuestro entendimiento, reuniendo en una amplia síntesis el contenido de la aspiración suprema, de la cual no son más que elementos componentes todas esas parciales doctrinas que parecen dividir a las falanges que preconizan una sociedad libre. El desarrollo integral de la personalidad, el anarquismo sin prejuicios, sin particularismo, tal es la expresión genérica, universal, positiva, de tantas y tantas al parecer divergentes tesis de nuestros jóvenes, de nuestros precursores y de nuestros propagandistas.”6


Notas 

1 F. García, “Pensamiento anarquista español: individuo y colectividad” (Universidad Complutense, Madrid, 1979), pág. 769.

2 C. Díaz, “El anarquismo como fenómeno político-moral” (Zero, Madrid, 1978), pág. 92.

3 R. Furth, “Formas y tendencias del anarquismo” (Acción Directa, Buenos Aires, 1970), pág. 64.

4 E. Malatesta, “Vida e ideas”, selección y estudio de V. Richards (Tusquets, Barcelona, 1975), pág. 217.

5 M. Bakunin, “Obras”, Vol. III, Presentación: C. Díaz. Prólogo: M. Nettlau. Trad. D. Abad de Santillán. Incluye: “Federalismo, socialismo y antiteologismo” y “Consideraciones filosóficas” (Júcar, Madrid, 1977), pág. 122.

6 R. Mella, “Obras completas. Ideario” (Toulouse, 1975), pág. 68.

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